La Transformación

sábado, 29 de enero de 2011

Es evidente que tiene que haber una revolución radical. La crisis mundial la exige. Nuestras vidas la exigen. Nuestros incidentes, empeños y ansiedades de todos los días la exigen. Nuestros problemas la exigen.

Tiene que haber una revolución radical, fundamental porque todo en torno nuestro se ha derrumbado. Aunque en apariencia haya orden, en realidad lenta descomposición y destrucción: la ola de destrucción está constantemente alcanzando a la ola de vida.

Tiene, pues, que haber una revolución; pero no una revolución basada en una idea. Semejante revolución es tan sólo la continuación de la idea, no una transformación. Y una revolución basada en una idea trae derramamiento de sangre, destrucción, eso. Del caos no se puede establecer el orden; no es posible que produzcan deliberadamente el caos con la esperanza de que el orden surja de ese caos. No son los elegidos de Dios para implantar un orden nacido de la confusión. Esa es la manera errónea de pensar de los que desean producir creciente confusión para luego establecer el orden. Por estar momentáneamente en posesión del poder, se figuran que conocen todos los medios de crear orden. Observando toda la catástrofe -la repetición constante de las guerras, los incesantes conflictos entre las clases sociales y entre los pueblos, la tremenda desigualdad económica y social, la diferencia de capacidades y dones naturales, el abismo entre los que disfrutan de extraordinaria dicha y tranquilidad, y los que viven prisioneros del odio, del conflicto y de la miseria-, observando todo eso, se ve que es necesaria una transformación completa, ¿no es cierto?

Esta transformación, esta revolución radical ¿es una finalidad o es de momento a momento? Bien sé que nos agradaría que fuese la finalidad a alcanzar, ya que es tanto más fácil pensar en términos de lejanía, de futuro. Al final nos habremos transformado, al final seremos felices, al final hallaremos la verdad; pero, mientras tanto, continuemos como hasta ahora. Una mente que así piensa en términos de futuro, es incapaz de actuar en el presente; y por lo tanto una mente así no busca la transformación, simplemente la rehuye.

¿Qué entendemos por transformación?

La transformación no es en el futuro; jamás puede serlo. Sólo puede ser ahora, de momento en momento. ¿Qué entendemos, pues, por transformación? Es, sin duda, algo muy sencillo: ver lo falso como falso y lo verdadero como verdadero. Ver también la verdad en lo falso, y ver lo falso en aquello que ha sido aceptado como la verdad; ver lo falso como falso y lo verdadero como verdadero es transformación. Porque cuando ven muy claramente que algo es la verdad, esa verdad es libertadora. Cuando ven que algo es falso, esa cosa falsa se desprende. Cuando ven que las ceremonias son simples y vanas repeticiones; cuando ven la verdad acerca de ellas y no las justifican, se produce la transformación, porque otra atadura ha desaparecido. Cuando ven que la división de la sociedad en clases es falsa, que ella engendra conflictos, miseria y desunión entre las personas; cuando venla verdad al respecto, esa verdad resulta libertadora. La percepción misma de esa verdad es transformación. Y como estamos rodeados de tantas cosas falsas, el percibir de instante en instante esa falsedad, es transformación. La verdad no se acumula; ella es de momento en momento. Lo que se acumula, lo acumulado es la memoria; y mediante la memoria jamás podrán hallar la verdad. La memoria, en efecto, pertenece al tiempo; el tiempo es el pasado, el presente y el futuro. El tiempo, que es continuidad, jamás puede descubrir aquello que es eterno. La eternidad no es continuidad. Lo que perdura no es eterno. La eternidad está en el instante. La eternidad está en el "ahora". El "ahora" no es reflejo del pasado, ni continuación del pasado hacia el futuro a través del presente.

Una mente que está deseosa de una transformación futura, o que encara la transformación como objetivo final jamás podrá hallar la verdad La verdad, en efecto, es algo que tiene que surgir de momento a momento, que debe ser descubierto cada vez de nuevo; y, por cierto, no puede haber descubrimiento alguno por medio de la acumulación. ¿Cómo podrán descubrir lo nuevo si están agobiados por lo viejo? Es tan sólo cuando desaparece esa carga que: descubres lo nuevo. Para descubrir lo nuevo, lo eterno, en el presente y de momento a momento, se requiere una mente extraordinariamente alerta, una mente que no busque resultados, una mente que no trate de llegar a ser algo. Una mente que se esfuerce por llegar a ser algo no puede nunca conocer la plena beatitud del contentamiento; no del contento de la fácil satisfacción, ni del contento que trae el logro de un resultado, sino del contento que se produce cuando la mente ve la verdad en lo que es y lo falso en lo que es. La percepción de esa verdad es de instante en instante, y esa percepción se detiene al hablar de ese instante.

La transformación no es una finalidad, un resultado. La transformación no es un resultado. El resultado implica residuo, una causa y un efecto. Donde hay causalidad, tiene forzosamente que haber efecto; el efecto es simplemente el resultado de su deseo de transformación. Cuando desean verse transformados, siguen pensando en términos de devenir; y aquello que es devenir no puede nunca conocer aquello que es ser. La verdad es ser de momento en momento; y la felicidad que continúa

no es felicidad. La dicha es el estado atemporal del ser. Ese estado atemporal puede producirse tan sólo cuando hay tremendo descontento; no el descontento que ha hallado una vía de escape, sino el descontento que no tiene salida ni escapatoria y que ya no busca realización. Sólo entonces, en ese estado de supremo descontento, puede surgir la realidad. Esa realidad no se compra, ni se vende, ni se repite; no puede ser captada en libros. Tiene que ser captada de momento a momento, en la sonrisa, en la lágrima, bajo la hoja muerta, en los pensamientos errabundos, en la plenitud del amor. El amor no es diferente de la verdad. El amor es ese estado en el cual el proceso del pensamiento en función del tiempo ha cesado completamente. Y donde hay amor hay transformación. Sin amor, la revolución carece de sentido pues en tal caso ella es mera destrucción, decadencia, una miseria, desgracia creciente y cada vez mayor. Donde hay amor hay revolución, porque el amor es transformación de instante en instante.

Jiddu Krishnamurti. Extraído de "La Libertad primera y última", el cual es un panorama muy completo y profundo de la visión del autor. Les recomiendo que se presten a descubrir mas de sus pláticas, las cuales les harán conocer un modo de pensar, de ver el mundo que creo, es único. Lo mas interesante es que luego de comprender el todo de su voz, de lo que quiere comunicar, te das cuenta que es una forma mas clara pero profunda, de entender el porque de nuestras miserias, para las cuales ya poseemos explicaciones (teorías, creencias, etc), pero que al terminar de comprenderlo te das cuenta de lo superficiales que son, y en consecuencia inútiles...

Libertad

miércoles, 15 de abril de 2009








L
a libertad es uno de los principales valores que sin tener perfectamente claro su significado, ansiamos continuamente. Queremos más y más sin saber exactamente cual es su límite, el cual para comprenderlo es necesario tener en claro el significado del la concepción de "libertad".
Sin embargo, es muy difícil formular un concepto universal y absoluto. Cada individuo seguramente va a saber adaptarlo a su medida, en relación a su estado social, económico, emocional, religioso, etc. Por ejemplo, podríamos basarnos en el ámbito legal de un sistema "democrático" y obtendríamos una definición... pero dentro de ESE marco.
Biológicamente hablando, si virtualmente nos trasladáramos a la prehistoria donde "teóricamente" no existía en las sociedades un orden político institucionalizado, ¿en ese contexto, como se definiría la libertad de un individuo, así como los límites que alcanzara dicha libertad?
Veamos, comencemos con un animal. Existen innumerables especies, y si bien dentro de las grandes diversificaciones y/o clasificaciones (sea mamíferos, reptiles, aves, etc) se identifican patrones comunes, cada una posee su particularidad. Ahora bien, primeramente, no se me ocurre comparar, o tomar como referencia a una especie de reptiles para comprender nuestro comportamiento biológico. Aunque no conociera (supongo) la teoría de la evolución de especies de Darwin, tomaría para este ejemplo a alguna especie de simio. A lo que este básico ejercicio respecta, admito estar limitado a los pocos conocimientos que poseo sobre el mundo animal y su interacciones, aunque por su simplicidad creo que van a cumplir un papel válido los documentales alguna vez vistos.
Muchos estudios comprobaron que los simios poseen capacidades y consecuentemente comportamientos similares al del ser humano, sin destacar un parámetro que causa atención en cualquiera de nosotros, que es su homónida fisonomía. De hecho me da a pensar (aunque seguramente existan numerosos estudios que apoyen o refuten esta teoría), que la fisonomía del animal es y fue un factor determinante en su evolución (en el sentido de transformación) intelectual.
Pero el motivo por el cual cité a estas criaturas, era el de encontrar algún parámetro biológico que podamos tomar del mundo natural como referencia para comprender cual es nuestra libertad naturalmente otorgada, aunque en un principio suene paradójico esta unión entre naturaleza y libertad, el cual es un término meramente cultural. Los primates se organizan socialmente de diferentes maneras dependiendo la especie. En algunas, las hembras son las que mantienen el control de la manada, siendo los machos expulsados luego de la copulación. En otros casos existe un macho dominante, el cual impone su poder mediante la violencia, sometiendo a los demás machos y tomando posesión de todas las hembras. Hay también relaciones en donde la hembra posee relaciones con más de un macho. Como vemos, dentro del marco natural, no existe una sola manera de manifestación de los vínculos sociales, aún en el caso de estos seres, los cuales se consideran in-culturales. Entonces, rapidamente al retornar a la definicion de libertad, encontramos un rechazo a estos aspectos sociales de los simios. ¿Acaso aceptamos la opresión de un macho o una hembra por sobre los otros animales, ejerciendo además un control sobre los territorios? Dentro de nuestro marco cultural, estas posiciones, en un primer momento, son rechazadas.

Bien, entonces básandonos en este primer reflejo, y permitiéndonos un salto creativo dentro del marco cultural del ser humano, podríamos decir que la libertad es la no-imposición, la no-opresión por parte de OTRO ser humano. Consideramos estas premisas porque ese OTRO tiene la misma capacidad de llegar a este pensamiento, pero no nos sucede lo mismo al relacionar la no-imposición entre el mundo natural y el hombre. En este sentido, no somos "libres" de los factores climatológicos impuestos por la naturaleza, por ejemplo, que condicionan y moldean nuestro campo de manifestación. Es decir que nuestra libertad se manifiesta dentro del marco de la naturaleza, y no sobre él.
La tradicional frase "la libertad de uno termina donde comienza la del otro", nunca se aplicó, nunca existió. Nuestra libertad no debe restringir la de otro ser humano.
Todo ser humano posee el derecho de tomar de la naturaleza lo que le sea necesario para satisfacer sus necesidades básicas: alimentación, abrigo, reproducción, subsistencia.
Pero aquí surge un atentado a mi construcción de libertad: no todos los hombres tienen el mismo acceso a los recursos de la naturaleza para satisfacer sus necesidades, ni en cantidad ni en calidad. Resultó que un grupo de seres de la misma especie, se atribuyó el derecho absoluto y unipersonal por sobre el resto de los seres iguales de su sociedad y de su especie toda, de acceder a los recursos de la naturaleza. De esta manera entonces, y en solo un segundo la libertad de cada individuo se esfumó. Se rompió el principio fundamental. Ningún humano se impondrá sobre otro...

Todo este planteo se presentó ante mí a partir de una pregunta: "el que en su mente reinan ideas antagónicas a las mías... ¿acaso tiene tanta razón como yo creo tenerla? la pregunta incomoda, y parece ser a la vez eterna. ¿No existirá una manera de construir esas ideas a partir de principios humanos fundamentales y comunes a nivel especie?

Hoy vivimos traicionados por una tendencia relativizadora, ciega a cualquier valor fundamental. Pero lo que no notamos es que esas "unidades relativizadoras" que comprendemos pueden atacarse cuando forman parte de un TODO (humanindad). Porque esa relatividad convive con otras, y deben de encontrar un equilibrio, el cual es muy diferente al falso equilibrio que nos enseñaron a respetar, en donde siempre existirán los ricos y los pobres, los opresores y los oprimidos, como una suerte de carga equivalentes dispuestas en los platos de una balanza que siempre se mantiene equilibrada.
Ese equilibrio debe basarse en las libertades humanas. Mientras que no se elimine la deficiencia cultural que perpertuan hoy un pequeño grupo de hombres, de atribuirse el derecho unipersonal (lo repito) sobre la naturaleza; mientras que no se devuelva la posibilidad de acceder a estos recursos de manera equitativa a todos los seres humanos, el mundo no podrá ser justo, y mucho menos libre.

El primer paso es rechazar la convicción de que esto es "utópico", imposible o naturalmente incorrecto.
¿Acaso nunca vamos a poder transformarnos en un ser superior? ¿La inmensidad de la naturaleza no es suficiente para todos? ¿Nuestra tecnología no es lo suficientemente desarrollada para optimizar aún más esa inmensidad de manera inteligente, eficiente y sin dañar el medio?

Aún si nos juntáramos todos los seres humanos de este planeta en un mismo epicentro geográfico, nos daríamos cuenta que somos un ínfimo accidente ante la inmensidad de la naturaleza. Sólo nuestras creaciones fueron capaces de alterarla a niveles críticos. Creaciones sorprendentes, a veces casi místicas ante nuestra comprensión, la cual camina siempre muchos pasos detrás que las creaciones mismas.

Para terminar la idea, propongo unas preguntas, y que el final del texto lo produzca cada uno de uds:

Pero esas creaciones desestabilizadoras del orden natural... ¿Con qué objeto fueron creadas? ¿Se construyeron acaso como solidificadoras del orden de libertad del hombre? ¿O mejor dicho funcional a un orden esclavista del ser humano?
¿En qué momento fue que traspasamos nuestro límite de libertad? ¿O acaso vamos a seguir creyendo que libertad es que no existen límites individuales??





El contrato.

jueves, 19 de marzo de 2009


El siguiente no es algo de mi autoría. De hecho lo escribimos todos día a día, con el lápiz de la indiferencia.

Si llegas al final, es porque todavía hay esperanzas y ganas de cambiar.



M
uy poco importan nuestras creencias o nuestras ideas políticas, el sistema establecido en nuestro mundo reposa libremente sobre una especie de contrato tácito aprobado por cada uno de nosotros. Lo firmas cada mañana al simplemente no hacer nada.

1. Acepto la competencia como base de nuestro sistema, aunque sea conciente de que su funcionamiento engendra frustración y miseria para la inmensa mayoría de los perdedores.

2. Acepto que me humillen o me exploten con la condición de que se me permita humillar o explotar al que ocupa un lugar inferior en la pirámide social.

3. Acepto la exclusión social de los marginados, de los inadaptados y de los débiles, porque considero que la carga que puede asumir la sociedad tiene sus límites.

4. Acepto remunerar a los bancos para que inviertan mi salario a su conveniencia y no recibir ningún dividendo de sus enormes ganancias, que servirán para desvalijar países pobres, hecho que acepto implícitamente. Acepto también que me descuenten una fuerte comisión por prestarme dinero que no es otro que el del resto de los clientes.

5. Acepto que congelemos o tiremos toneladas de comida para que la Bolsa de Valores no se derrumbe, en lugar de ofrecérsela a los necesitados y evitar que centenares de miles de personas mueran de hambre cada año.

6. Acepto que sea ilegal poner fin a tu propia vida rápidamente. En cambio, tolero que se haga lentamente, inhalando e ingiriendo sustancias tóxicas autorizadas por los gobiernos.

7. Acepto que se haga la guerra para así hacer la paz. Acepto que en nombre de la paz, el primer gasto de los gobiernos sea el de Defensa. Acepto entonces, que los conflictos sean creados artificialmente para deshacerse del stock de armas y alimentar así a la economía mundial.

8. Acepto la hegemonía del petróleo en nuestra economía aunque sea una energía costosa y contaminante, y estoy de acuerdo en impedir todo intento de sustitución si se develara que hemos descubierto un medio gratuito e ilimitado de producir energía, lo cual sería nuestra perdición.

9. Acepto que se condene al asesinato de otro humano, salvo que los gobiernos decreten que es un enemigo y me animen a matarlo.

10 Acepto que se divida la opinión pública creando partidos de derecha y de izquierda que se dedicarán a pelearse entre ellos haciéndome creer que tengo libertad de elección y que el sistema progresa. Además acepto todas las divisiones posibles con tal que me permitan dirigir mi miseria hacia los enemigos designados cuando se agiten sus retratos ante mis ojos.

11. Acepto que el poder de moldear la opinión pública, antes ostentado por las religiones, hoy se encuentre en manos de hombres de negocios no elegidos democráticamente que son totalmente libres de controlar los estados porque estoy convencido del buen uso que harán con él.

12. Acepto que la felicidad se reduce a la comodidad, al amor, al sexo y a la libertad para satisfacer todos mis deseos porque eso es lo que me repite la publicidad cada día. Cuanto más infeliz sea, más consumiré. Cumpliré mi papel contribuyendo al buen funcionamiento de nuestra economía.

13. Acepto que el valor de una persona se mida según su cuenta bancaria, que se aprecie su utilidad en función a su productividad y no de sus cualidades, y que sea excluido del sistema cuando no es lo suficientemente productivo.

14. Acepto que se recompense generosamente a jugadores de fútbol y a actores, y mucho menos a profesores y médicos encargados de la educación y la salud de las futuras generaciones porque se que una sociedad entretenida es menos peligrosa a una pensante.

15. Acepto que se destierre de la sociedad a las personas mayores cuya experiencia podría sernos útil, pues como somos la civilización más evolucionada del planeta (y sin duda del universo), sabemos bien que la experiencia no se comparte ni se transmite.

16. Acepto que se me presenten noticias negativas y aterradoras del mundo todos los días para que aprecie hasta que punto nuestra situación es normal y cuanta suerte tengo de vivir en donde vivo. Sé que mantener el miedo en mi espíritu sólo puede ser beneficioso para mí.

17. Acepto que los industriales, militares y políticos, se reúnan regularmente para tomar, sin consultarnos, decisiones que comprometen el porvenir de la vida y del planeta.

18. Acepto consumir carne bovina tratada con hormonas sin que se me avise explícitamente. Acepto que el cultivo de OGMs (Organismos Genéticamente Modificados) se propague por todo el mundo, permitiendo así a las multinacionales agroalimentarias patentar seres vivos, amasar enormes ganancias, y tener bajo su pulgar a la agricultura mundial.

19. Acepto que los bancos internacionales presten dinero a los países que quieren armarse y combatir, y que así elijan los que harán la guerra y los que no. Soy conciente de que es mejor financiar a los dos bandos de la misma guerra para estar seguro de ganar dinero, y prolongar los conflictos el mayor tiempo posible para poder arrebatar completamente sus recursos si no pueden rembolsar sus préstamos.

20. Acepto que las multinacionales se abstengan de aplicar los progresos sociales de los países más avanzados en los países desfavorecidos, considerando que ya es una suerte para ellos que los hagan trabajar. Prefiero que se utilicen las leyes vigentes en estos países que permiten hacer trabajar a niños en condiciones inhumanas y precarias. En nombre de los derechos humanos y del ciudadano, no tenemos derecho a meternos.

21. Acepto que los políticos pueden ser de honestidad dudosa y tal vez incluso corruptos. Además creo que es normal en vista a la presión que sufren. Para el resto, en cambio, es preferible la tolerancia cero.

22. Acepto que los laboratorios farmacéuticos e industrias agroalimentarias vendan en los países desfavorecidos productos caducados o utilicen sustancias cancerígenas prohibidas en la mayoría de los países desarrollados.

23. Acepto que el resto del planeta, es decir cuatro mil millones de individuos, pueda pensar de otro modo a condición de que no vengan a expresar sus creencias en nuestra casa y aún menos a intentar explicar nuestra Historia con sus nociones filosóficas primitivas.

24. Acepto que existen sólo dos posibilidades en la naturaleza: cazar o ser cazado, y si estamos dotados de conciencia y lenguaje, ciertamente no es para escapar de esta dualidad, sino para justificar porque actuamos de ese modo.

25. Acepto considerar nuestro pasado como una sucesión ininterrumpida de conflictos, de conspiraciones políticas y de voluntades hegemónicas, pero sé que hoy todo esto ya no existe porque estamos en la cumbre de la civilización y las reglas que rigen nuestro mundo son la búsqueda de la felicidad y de la libertad para todos los pueblos, como escuchamos sin cesar en nuestros discursos políticos.

26. Acepto sin discutir y considero como verdad todas las teorías propuestas para explicar los misterios de nuestros orígenes y acepto que la naturaleza haya dedicado millones de años a crear un ser humano cuyo único pasatiempo es la destrucción instantánea de su propia especie y del resto.

27. Acepto la búsqueda del beneficio como fin supremo de la Humanidad y la acumulación de riqueza como realización de la vida humana.

28. Acepto la destrucción de los bosques, la casi desaparición de los peces de nuestros ríos y océanos. Acepto el aumento de la contaminación industrial y la dispersión de venenos químicos y de elementos radiactivos en la naturaleza. Acepto la utilización de toda clase de aditivos químicos en mi alimentación, porque estoy convencido de que si se añaden es porque son útiles e inocuos.

29. Acepto el dinero impreso arbitrariamente sin ningún tipo de respaldo, cómo la única manera de lidiar con la escasez aunque nos encontremos en la era de la tecnología y ya no represente un verdadero problema. Acepto la guerra económica que castiga brutalmente al planeta aunque sienta que nos lleva a una catástrofe sin precedentes.

30. Acepto esta situación, y admito que no puedo hacer nada para cambiarla o mejorarla.

31. Acepto ser tratado como ganado porque definitivamente pienso que no valgo más. Acepto que la gente obtenga lo que merece y no lo que necesita.

32 Acepto no plantear ninguna cuestión, cerrar los ojos a todo esto y no formular ninguna oposición verdadera porque estoy demasiado ocupado con mi vida y mis preocupaciones. Acepto incluso defender a muerte este contrato si me lo piden.

33. Acepto, entonces, con toda mi alma y conciencia de manera definitiva este triste zeitgeist que ponen delante de mis ojos para evitar que vea la realidad de las cosas. Sé que todos ustedes actúan por mi bien y por el de todos, y por ello les doy las gracias.

Anónimo. Fuente: Algún lugar de la web, que poco importa.

¿Por qué sigue lloviendo... bombas?

martes, 13 de enero de 2009


(...) Cuando aparecieron las grandes máquinas, se pensó, lógicamente, que cada vez haría menos falta la servidumbre del trabajo y que esto contribuiría en gran medida a suprimir las desigualdades en la condición humana. Si las máquinas eran empleadas deliberadamente con esa finalidad, entonces el hambre, la suciedad, el analfabetismo, las enfermedades y el cansancio serían necesariamente eliminados al cabo de de unas cuantas generaciones. Y, en realidad, sin ser empleada con esa finalidad, sino sólo por un proceso automático -produciendo riqueza que no había mas remedio que distribuir-, la máquina elevo efectivamente el nivel de vida de las gentes que vivían a mediados de siglo. Estas gentes vivían muchísimo mejor que las de fines del siglo XIX. Pero también resultó claro que un aumento de bienestar tan extraordinario amenaza con la destrucción - era ya, en sí mismo, la destrucción- de una sociedad jerárquica. En un mundo en que todos trabajaran pocas horas, tuvieran bastante que comer, vivieran en casas cómodas e higiénicas, con cuarto de baño, calefacción y refrigeración, y poseyera cada uno un auto o quizás un aeroplano, habría desaparecido la forma más obvia e hiriente de desigualdad. Si la riqueza llegaba a generalizarse, no serviría para distinguir a nadie. Sin duda, era posible imaginarse una sociedad en que la riqueza, en el sentido de posesiones y lujos personales, fuera equitativamente distribuida mientras que el poder siguiera en manos de una minoría, de una pequeña casta privilegiada. Pero, en la práctica, semejante sociedad no podría conservarse estable, porque que si todos disfrutasen por igual del lujo y del ocio, la gran masa de seres humanos, a quienes la pobreza suele imbecilizar, aprenderían muchas cosas y empezarían a pensar por sí mismos; y si empezaban a reflexionar se darían cuenta más pronto o más tarde que la minoría privilegiada no tenía derecho alguno a imponerse a los demás y acabaría barriéndoles. A la larga, una sociedad jerárquica sólo sería posible en la ignorancia y en la pobreza. Regresar al pasado agrícola - como querían algunos pensadores de principio de este siglo- no era una solución práctica, puesto que estaría en contra de la tendencia a la mecanización, que se había hecho casi instintiva en el mundo entero, y, además cualquier país que permaneciera atrasado industrialmente sería inútil en un sentido militar y caería antes o después bajo el dominio de un enemigo bien armado. Tampoco era una buena solución mantener la pobreza de las masas restringiendo la producción. Esto se practicó en gran medida entre 1920 y 1940. Muchos países dejaron que su economía se anquilosara. Se renovaban el material indispensable para la buena marcha de las industrias, quedaban sin cultivar las tierras, y grandes masas de población, sin tener en que trabajar, vivían de la caridad del Estado. Pero también esto implicaba una debilidad mental, y como las privaciones que inflingían eran innecesarias, despertaba inevitablemente una gran oposición. El problema era mantener en marcha las ruedas de la industria sin aumentar la riqueza real del mundo. Los bienes habrían de ser producidos pero no distribuidos. Y, en la práctica, la única manera de lograr esto era la guerra continua. El acto esencial de la guerra es la producción, no forzosamente de vidas humanas, sino de los productos del trabajo. La guerra es una manera de pulverizar o de hundir en el fondo del mar los materiales que en la paz constante podrían emplearse para que las masas gozaran de excesiva comodidad y , con ello, se hicieran a la larga demasiado inteligentes. Aunque las armas no se destruyeran, su fabricación no deja de ser un método conveniente de gastar trabajo sin producir nada que pueda ser consumido (...)

Fragmento, "1984" (1949) George Orwell.

"¿Cuánto cuesta la vida del ser humano?", preguntó el entrevistador. El joven mexicano de aproximadamente 25 años, inteligentemente y sin vacilar le respondió: "y.. en realidad depende, no cuesta lo mismo una vida humana mexicana, africana... por ejemplo, en el Líbano: cuando cae un misil y mata a varios niños, su vida pasa a costar lo que cuesta el misil dividido la cantidad de niños muertos... eso es lo que cuestan esas vidas humanas". Esta es la manera en que algunos perciben el mundo, como lo muestra el documental mexicano "Y tu cuanto cuestas?". Algo no anda bien. En el 2008 se gastaron 850.000 millones de euros (declarados...) en armamento militar, unas 190 veces más de lo necesario para terminar con el hambre en el mundo. En el primer lugar de la lista se ubica Estados Unid... Se dieron cuenta de algo? Estamos tan bien adiestrados a consumir estas noticias, que lo leemos con el mismo interés y atención que cuando pasan los números del Loto en Crónica. CIENTO NOVENTA VECES lo NECESARIO para TERMINAR CON EL HAMBRE mundial. Entonces a partir de esto uno se pregunta: ¿pero cual es el fin de las guerras?. Seguramente, y para no herir el honor de los millones de guerreros que derramaron su sangre por su digna causa a lo largo de la historia, podemos decir que la guerra no fue siempre igual. No sólo en su manera de realizarse, ya que eso es realmente lo de menor importancia y tan sólo colabora en la facilidad de matar más gente de un sólo ataque, sino en los fines de la misma. Desde la ficción imaginada por Orwell en "1984", el protagonista Winston, lee clandestinamente el libro prohibido del enemigo político del partido: Emmanuel Goldstein. En él los secretos mejor guardados del mundo salen a la luz, y nos llega a nosotros como un reflejo en el tiempo, como una proyección profetizadora, y es la mejor interpretación de lo que sucede en nuestro mundo de hoy. La visión Maquiaveliana del Estado, en donde la fortaleza del mismo se basa en la fortaleza militar, sigue vigente. El cóctel del accionar imperial se complejiza y requiera sincronía en sus movimientos: un gran (y costoso) ejército, tecnología militar, recursos para financiarla (petróleo y drogas), Estados debilitados económica, política y socialmente (como el nuestro por ej), y, por supuesto vigorosos jóvenes insensibilizados que permanecen, sin saberlo, como ejércitos de reserva. Todo se entremezcla de manera confusa: en las grandes corporaciones económicas resuenan los mismos nombres, las mismas "castas" familiares de siempre. Personajes de representación ciudadana¿? partícipes a su vez de negocios billonarios: pétroleras, armamentistas, medicamentos, y en la clandestinidad, drogas y más armamento. Claro que no es casualidad. La hoguera del trabajo humano sigue funcionando, sigue ganando adeptos. Si no bastaban las vidas de los niños muertos por inanición en África, Oriente y Latinoamérica, tenemos también los cuerpos desgarrados por las bombas racimo en el Líbano, las vidas mutiladas por siempre, física y mentalmente. El mundo espectador, mira: algunos aplauden otros silban, pero todos miran. El poder del grito popular, de la más profunda conciencia colectiva humana, es un grito sordo. Los muros del poder parecería no hacer efectiva semejante onda de energía. Y las bombas siguen lloviendo, como gotas que dejan charcos rojos. El trabajo que todos los días realizamos termina hoy, en forma de proyectil en otro cuerpo humano, mientras no entendemos como y porqué tenemos hambre y vivimos infelices. Pero como bien "dijo" el ficticio revolucionario Goldstein: la pobreza imbeciliza y la sociedad jerárquica requiere que no entendamos cual es su naturaleza, o yo diría nuestra libertad. El balance que hoy arroja la globalización es alentador... para los globalizadores. Ya no existen Estados soberanos, los medios masivos continúan cumpliendo su rol funcional, los jovénes cada vez se abstraen más de la realidad mientras que se inmersan más en los mundos irreales de la red, los juegos y las drogas; las sociedades se van preparando, unificando su cultura globalmente; los recursos naturales propiedad de nadie, y de toda la humanidad, siguen repartiéndose como cuotas de poder infinito en unas pocas manos, de seres sin forma humanoide. Lo individual le ha ganado la batalla a lo colectivo, la indiferencia al interés, la estupidez a lo racional, la desigualdad a la libertad, la guerra a la paz. Sólo queda que la realidad sea tan alterada, tan extrapolada, que nuestras palabras y pensamientos se comploten para que creamos lo que los habitantes del continente descrito en "1984", habían sidos inducidos a creer:

"LA GUERRA ES LA PAZ"*,
"LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD"
"LA IGNORANCIA ES LA FUERZA"

,se enunciaban como la verdad absoluta, tan absoluta como decir (afortunadamente, "todavía hoy") que 2+2=4.

* Para corroborar:
"Sólo quiero que sepan que cuando hablamos de guerra, en realidad estamos hablando de paz" George W. Bush (Washington, 18 de junio de 2002). Fuente.

Cuántos males dejarían de existir???

lunes, 22 de diciembre de 2008



(...)cuando contemplo estas naciones que actualmente florecen por doquier, no veo en ellas, y Dios me salve, otra cosa que las malas artes de los ricos, que realizan sus negocios bajo pretexto y en nombre de la comunidad. Imaginan e inventan todas las trampas posibles, tanto para almacenar -sin temor a perderla-, la mayor riqueza adquirida ílicitamente, como para obtener al menor precio posible las obras a costa de los sudores de los pobres, haciéndolos trabajar como bestias. Y estas perversas intenciones las dictan los ricos como ley en nombre de la sociedad, y de los mismos pobres por lo tanto. Sin embargo, esos perversos seres, aun después de repartirse con insaciable avaricia lo que sería suficiente para las necesidades de todos, están muy lejos de la felicidad que se disfruta en Utopía. Allí, eliminado el uso del dinero, y con él la codicia, ¡cuántos males no se evitan y cuántos crímenes son extirpados! ¿Quién no sabe que fraudes, robos, rapiñas, riñas, tumultos, sediciones, asesinatos, traiciones, envenenamientos, castigados pero no evitados con tormentos, desaparecerían si desapareciese el dinero? Y de esta forma el miedo, los temores, las angustias, los cuidados, las vigilias desaparecerían al mismo tiempo que el dinero, y la misma pobreza, única que parece que necesite el dinero, si fuera eliminado este, también disminuiría(...)
Fragmento de Utopía (1516, Tomás Moro)



Odio ser insistente, pero mi amigo Tomás me dio las palabras más justas para describir una idea que da vueltas y vueltas en mi cabeza...

Lo que encuentro más sorprendente del contenido de sus palabras es su profetizadora ubicación temporal. No deja de llamarme la atención el hecho de que ya hace casi 500 años después, podamos re-interpretarlo en un mundo que sufre los mismos trastornos y casualmente, en esencia, el mismo sistema económico "monetarista".
Sí, claramente podemos identificar rápidamente algunas diferencias, en aquellos tiempos no existían los "gerentes", o "CEO de ésta o aquella multinacional" que en comparación a los "ricos" que Moro se refiere estarían a 10 millones de años luz de distancia. Las empresas privadas con fines de lucro era tan sólo un embrión, y fue recién 220 años después de estos escritos, la Revolución Francesa a cargo de los incipientes "burgueses", iba a dar nacimiento a esta nueva forma de (porq no?) vida, que su vez sentó las bases de nuestro mundo actual.
Cuando el autor se refiere a -estas naciones que actualmente florecen por doquier-, señala a las nuevas "naciones" que se desarrollaban en el Nuevo Mundo colonizado, donde los salvadores blancos socorrían a los salvajes (naturalmente inferiores) de sus costumbres satánicas y de su falta de conocimiento sobre como administrar sus recursos naturales y riquezas. (muchas gracias!!!!!)

Los seres humanos sabemos naturalizar muy bien todo aspecto posible que incluye nuestro mundo, es decir, sobre costumbres, creencias, mitos, esterotipos, diferencias, contrastes, injusticias, malestares, etc. A tal punto que perdemos la potencial creatividad que nos permite construir un lugar como para preguntarnos: "pero... si en vez de meter gente en la cárcel y llamarlos "negros cabeza" no buscamos la manera de evitar de que terminen ahí y de que no tengamos que marginarlos mediante maltrato y estigmatizaciones por miedo a lo que nos puedan llegar a robar o hasta matar para conseguirlo???" generalmente la respuesta a esto es: "es así, siempre va a haber gente que tiene más y gente que tiene menos... entonces la delicuencia es inevitable! las carceles tienen que existir!!!" Convivimos constantemente dentro de estas falacias, en todos los ambientes sociales en donde nos manifestamos: nuestra familia, la escuela, los medios, nuestros amigos obviamente, ya que se desarrollan en nuestras mismas instituciones sociales... ¿Pero esta aparente realidad, que se desarrolla y nos invade por todos los frentes, es la única? Quiero decir, si Tomás Moro hace 500 años, sin haber sufrido el trabajar en una multinacional 48hs semanles (incluidos Sabados y Domingos por supuesto) por un sueldo que está diseñado para no alcanzar el bienestar... tuvo la capacidad de detenerse a cuestionar estas cosas, acaso nosotros hoy no tenemos más razones para hacerlo? más chicos sucios, hambrientos, mal educados, tristes y condenados? más adicctos a las drogas? y una diferente pero para nada opuesta forma de esclavitud laboral?
Y cuando el autor describe los males que acarrea el dinero, muchos también pensarán que todos esos males son causados por los "instintos naturales" que nuestra especie trae precargados (como una suerte de Windows cuando te compras una notebook nueva...) en su genoma, y ahi nuevamente, y de una manera extremadamente simple, NATURALIZAMOS el mal, lo cargamos a nuestra sangre, pero nunca a nuestra mente y las creaciones que salen de ella, las cuales son perfectamente MODIFICABLES, y absolutamente mutables.

El dinero, protagonista "de reparto" de nuestra vida, es el objeto por excelencia que demarca los límites de nuestros deseos, posibilidades, oportunidades, educación, alimentación... y, paradójicamente, es el que menos comprendemos. No conocemos de donde proviene, como se produce, porque riquezas esta respaldado, como se distribuye dentro de una sociedad ni que características le dan a la nuestra en particular. Tenemos esa falsa visión. No hay límites para nuestros deseos, un objeto de papel estampado NO DEBE LIMITAR NUESTRAS MENTES, aunque si es cierto que día a día, generación a generación, esta guerra implícita e imperceptible que juegan nuestras mentes contra el poder del dinero (otras mentes, que poco a poco se va despegando de toda figura humana), parecería que nos va ganando. Las diferencias cada vez más escalonadas y mal proporciondas del reparto de éste, nos fragmenta: produce intereses opuestos que nos enfrentan, inyecta necesidades innecesarias, demandan de nuestra mente sólo una actividad plenamente mecánica funcional al aparato económico y no humana, basada en la actividad inventiva y creativa. Hace que temamos y desconfiemos de cualquier otro ser humano, que compitamos pero nunca que nos ayudemos. Hace perpetuar (como bien ironiza Moro) la pobreza, porque se vuelve necesaria para que el dinero se torne un bien que "escasea"y así tome valor, es decir, la energía necesaria para mover la máquina de acumulación de riquezas. ¿Qué sería de los bancos si no podrían ubicar sus préstamos a la clase media, si esta no lo necesitase para comprar su casa? ¿Quienes servirían a los "ricos" de los countrys, barrio norte, recoleta o belgrano "r" como personal doméstico? Acaso algun vecino de ellos tendría ganas de limpiarle el baño? Aunque no nos guste escucharlo, la aceptación de un sistema que se basa en dinero, incluye inevitablemente la corrupción de las personas que participan en él, y ésto siginifica que todos somos corruptos. Somos corruptos, en cuanto a nuestro ética, a nuestros principios humanos. Estamos obligados a mentir a modo de instrumento de competencia comercial; estamos obligados a vender nuestra mano de obra, nuestros conocimientos, dejando a otro sin trabajo, por la necesidad indiscutible de sobrevivir, somos tentados a discriminar, marginar, burlar, o peor aún, inferiorizar a otro ser humano, lo cual se convierte en provechoso cuando nuestro objetivo es acumular más dinero, y por ende poseer más poder... no hay escapatoria por lo menos para ser "un poco menos" cómplice de los crímenes que comete este sistema?


Un buen comienzo, es cuestionarse. El dejar de aceptar las cosas tal cual son, y buscarles una alternativa. Quizás de esta manera, las respuestas a ésta última pregunta vayan aflorando naturalmente, tan naturalmente como la mirada que transmiten los ojos inocentes de un niño todavía, desinfectado de los gérmenes de nuestra sociedad.

Están invitados a dejar su comentario. Gracias!

Un nuevo canal de expresión

lunes, 8 de diciembre de 2008


Hoy le doy comienzo al desarrollo de este nuevo espacio. Para quienes hayan leído "Utopía" (1516) de Tomás Moro se podrán imaginar de donde surgió el nombre de este blog. En él se describe un mundo tan sólo conocido por unos pocos, el cual "ostentaba" con la presencia de virtudes humanas no vistas en otras regiones del planeta, hasta simplemente impensadas. Una forma de vida más justa y equitativa con ausencia de opresión, demagogia, ni monarquías.
Tan diferente a los mundos conocidos hasta entonces, que en la isla de Utopía, el tan preciado metal dorado que tanto nos obligan a admirar y por el cual tanta sangre se ha derramado a lo largo de la historia es utilizado para construir los recipientes que sirven a "las necesidades humanas más innobles"...

Aunque muchos aspectos de la obra de Moro lograron mi aprobación ideológica, no fueron estos los que me sedujeron a la hora de la elección del nombre del blog, aunque sí la esencia de la obra como un todo. La palabra "utopía" fue inventada por el propio Tomás, y seguramente devenida de sus profundos estudios sobre la cultura griega.
U= no y Topos=lugar, es decir: no lugar, ninguna parte, o "algún lugar que no existe" y es justamente la etimología de la palabra la que me desafia: ¿cuál es el límite que como seres humanos tenemos en función de las cosas que deseamos lograr? es sencillo, si no existe lo vamos a crear.
La isla, no sólo alegorizando a la superficie insular de esta república soñada, sino también me da a pensar, que para hacer más poderosa nuestra creación debemos lograr una independencia de pensamiento con respecto al "continente", al conjunto que muchas veces contamina, y desde nuestra aislada posición, es decir, desde nosotros mismos en un principio, poder reflexionar libremente para lograr el primer cambio fundacional de lo que luego será más grande, el cambio personal...

Desde mis experiencias, pensamientos, ideas, equivocaciones, deseo compartir con uds una visión, una reflexión, un lugar para la discusión abierta al crecimiento y a la producción de ideas.

UN MUNDO DIFERENTE ES POSIBLE, existirá en otra dimensión dentro de nuestra mente, una que todavía no descubrimos quizas... pero no tenemos que olvidar quienes fueron los que crearon el mundo en el que hoy vivimos.... LOS HOMBRES y MUJERES de nuestra, casualmente, misma especie: el ser humano.. ¿¿¿entonces eso no nos hace potencialmente capaces de crear y/o modificar el mundo en donde nos desarrollamos, y donde lo harán las generaciones venideras???

El desafío esta abierto, es hora de comprometerse a entender el mundo en que vivimos y cuestionar el entorno: ¿es natural que existan pobres y ricos? ¿hay alguna posibilidad de que la gente no se muera de hambre, o acaso es inevitable? ¿No vale la pena estudiar las bases en donde se asientan nuestras ideas, pensamientos, deseos... a fin de comprender la coherencia y utilidad de nuestros actos? El mundo se presenta ante nuestros ojos tal cual es??? o hay algo que no estamos viendo claramente?

Algo tan remoto a nostros como la elección de determinado presidente y no otro en EEUU, la crisis financiera internacional y sus causas, los desordenes poíticos y económicos de nuestro continente... O algo tan cercano como la inseguridad en nuestras calles, la incipiente necesidad de marginarnos y hasta matarnos entre nosotros, odiarnos, sufrir hambre o simplemente vivir "estresados"... acaso todo esto no esta relacionado?

Bievenidos a La Isla Útopica y espero verlos seguido por aquí, con su presencia pasiva o activa mediante sugerencias, información, debates.